El cerebro se puede reeducar con el fin de ganar flexibilidad y optimismo. La felicidad es una forma de vida, hay que reprogramar nuestro cerebro. Acabar con esas referencias mentales que nos hacen sentir mal y dar la bienvenida a las emociones sanas y constructivas. Y a la vez hay que cambiar de costumbres: Beber agua templada en ayunas al levantarse. Tomar sol sin quemarse todos los días. Pisar descalzo tierra, hierba, arena, agua de mar o río. Hacer ejercicio y pasear por la naturaleza. Escuchar buena música, bailar, cantar, reír. Disfrutar de la naturaleza y los animales.
Debemos crear nuevas formas de pensar, adiestrar nuestras neuronas para que sean más receptivas a la felicidad, saber centrarnos en lo positivo y en los avances que damos. Cuando esto se logra aprendemos a sortear los momentos de tristeza. Cuando permitimos al cerebro acostumbrarse a interpretar lo que nos ocurre en negativo, dará igual todo lo bueno que nos suceda porque no lo sabremos ver ni apreciar.
La felicidad no se mide por la ausencia de problemas, si no por nuestra capacidad para gestionar las emociones, tanto las negativas, rabia, vergüenza, envidia, frustación o como las positivas. Debemos descubrir que nos irrita o pone triste, reconocer esos sentimientos sin juzgarlos y actuar. la templanza nos hace encontrar el camino y sentirnos bien pase lo que pase. Ni dolor por el pasado ni temor por el futuro. La vida es lo que sucede ahora. Lo que consume tu mente, controla tu vida. Elige como vivir, no es tan importante lo que nos sucede como la capacidad que tiene en influirnos y si sabemos solucionarlo.
Hacer deporte, rodearte de gente alegre, tener pensamientos positivos, dar y buscar afecto, reír, hacer lo que nos gusta fabrica hormonas de la felicidad, aumenta la dopamina, la oxicotina y la serotonina.
Un par de minutos de respiración diafragmática, de respiración profunda bastan para reducir el estrés y sentirnos relajados.
Meditar, apaciguar la mente, nos deja que los pensamientos vengan y se vayan, potencia el nivel de actividad en las partes del cerebro relacionadas con las emociones positivas, como la alegría y el entusiasmo.
Ejercicios de yoga, las poses que se recrean generan emociones positivas y ayudan a cambiar las perspectivas ante la vida. mejoran el equilibrio y nos ayuda a caminar más erguidos, aparte de aumentar la concentración y la confianza en nosotros mismos.